martes, 23 de octubre de 2012

Técnicas adivinatorias

Creo que no se trata de una necesidad humana tratar de predecir hechos o resultados, sino más bien ese placer de suponer primero y luego gritar: "Viste que te dije".



Desde comprar una sandía que si pesa esta jugosa, si le pegas y suena hueco no sé que... Es un verdadero misterio comprar una sandía y en ocasiones, ya me ha pasado, la sandía se le da la gana de salir color verde y dulce. Lo mismo pasa con otras frutas como las naranjas, la gente que "apachurra" los aguacates, pellizca los zapotes, en fin todo por la bendita gana de querer garantizar que salga "en su punto".

En porvenires amorosos nada está escrito, es típico el que hace el papelito de origami con los nombres de la clase para decir con quien te vas a quedar, cosa bastante risible ahora que lo recuerdo. O cuando las niñas se revisaban las uñas a ver quién tenía manchas blancas, quesque para saber cuántos novios iban a tener.

Ahora bien, creo que una mujer embarazada es quien sufre de la mayor parte de predicciones, experimentos y juegos. Desde el inicio de los tiempos, allá por la época de mi abuela, se decía que una mujer podía saber si estaba embarazada batiendo un huevo y si no se le hacía espuma la respuesta era positiva... Vaya pruebas de embarazo.
Para predecir el sexo del bebé, en la vieja usanza, hay una sarta de cosas... Qué le envuelven una cuchara y un tenedor, que si la panza es de un modo u otro, bueno no terminaría de narrarlos. 

Predecir siempre me supone una cosa entretenida, ya que es motivo de reírse comprobando las cosas que coinciden con las que no. Lo mismo pasa con el horóscopo, el tarot, y todo lo demás.