viernes, 7 de diciembre de 2012

Instrucciones vitales

Existen días donde somos un manojo de emociones positivas, increíbles tan brillantes como el sol mismo.
Hay una sonrisa que ni la nube más oscura puede borrar, un sentimiento de superioridad invade tu corazón, además de desear gritar lo feliz que se es.
Para esos días hay que salir a la calle, romper la puerta, repartir abrazos, compartir con todos, hacer reír a un desconocido, llamar a un viejo amigo...

Y están estos otros días donde la tristeza inexplicable o acumulada acompaña tus huesos, todo es tan frío y lento. Salen a relucir todos los temores, angustias, aburrimientos y cansancios... Surgen preguntas inexplicables y todo pasa a ritmo lento.
Cuidado: Evite salir a la calle, abrazar la almohada y esperar que brille el sol al otro día es suficiente.

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